SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA GUADALUPE DE
AYQUINA
I
N C U L T U R A C I O N
Entre
los temas más frecuentemente tratados por el Papa Juan Pablo II está la
Evangelización, y como un aspecto importante de ella, la inculturación del
Evangelio. Desde el lejano 27 de Abril de 1979, a los pocos meses de su
Pontificado, el Papa hablaba en una Alocución de este tema y exponía que
"la inculturación es un componente de la Encarnación": es decir,
que la inculturación de la fe y del Evangelio es una consecuencia práctica
de la Encarnación del Hijo de Dios, que salvando todo y sólo aquello que
asume ("quod non este assumptum non est redemptum", San Ireneo)
debe asumir en la Iglesia todas las culturas, purificando o eliminando lo
que es contrario a su espíritu, pero por ello mismo preservándolo de toda
autodestrucción. La fe debe penetrar hasta los niveles más profundos del
hombre y de la sociedad, hasta fermentar de vida cristiana el modo de
pensar, de sentir y de actuar: éste debe ser el resultado de la acción
animadora del Espíritu en la historia, para lograr una "nueva Creación".
1.- CULTURA
a)
Un concepto subjetivo de la cultura comprende todo cultivo personal del
hombre, en sus cualidades espirituales y Corporales (GS 53).
c)
Un concepto sociológico (etnológico) que descubre una pluralidad de
culturas en la historia, diversos estilos de vida común (GS 53), con
diferentes escalas de valores, distinto modo de trabajar, de usar las cosas,
de expresarse, de practicar la religión, de establecer leyes e
instituciones jurídicas de crear arte y cultivar la belleza. Esta cultura
es patrimonio de cada comunidad (Puebla 38 7). 2.-
EVANGELIZAR LA CULTURA
En
1974 se celebró en Roma un Sínodo de Obispos sobre Evangelización y
culminó con la Exhortación Apostólica "Evangelii Nuntiandi" de
Pablo Vi (8 diciembre 1975). Este documento fue el que guió todos los
trabajos de la III Asamblea General del Episcopado Latino Americano
celebrado en Puebla, en febrero de 1 979, con el resultante Documento
Puebla, de tanta relevancia en la vida de la Iglesia. El
Papa y Puebla enseñan que evangelizar es evangelizar las Culturas, pues la
Buena Nueva debe llegar a todos los ámbitos y transformar desde el interior
la conciencia personal y colectiva del hombre (EN 1 8), los valores y
modelos de vida de la humanidad que no estuvieron acordes con el designio de
salvación de Dios (EN 19). Lo que importa es evangelizar la cultura y las
culturas del hombre, partiendo de la persona considerada en si misma y en
sus relaciones con los demás y con Dios (EN 20). -Puebla
dedica amplio espacio a este tema (n. 388-56): llegar a las raíces de las
Culturas, transformar estructuras y ambiente social, fortalecer los valores
auténticos de las culturas, contribuir al desarrollo de los "semina
verbi" (gérmenes del verbo), purificar los desvalores apartar las
idolatrías y valores absolutizados, corregir las falsas concepciones de
Dios y las manipulaciones del hombre por el hombre. -Como
punto específico de la evangelización de la cultura en Latinoamérica debe
señalarse el purificar y dinamizar por el Evangelio el "Catolicismo
popular" (Puebla 457), así como la debe promoción de la persona
humana según la doctrina social de la Iglesia, para liberara de la
servidumbre del pecado personal y social, y lograr una convivencia digna de
los hijos de Dios (472-506). -Por
primera vez en la historia, el tema de la cultura entró en la enseñanza
formal del Magisterio de la Iglesia en los documentos del Vaticano II.
Gaudium et Spes sostiene que el hombre no alcanza niveles, de realización
si no es mediante la cultura (GS 53), que tiene un valor propio y una legítima
autonomía (GS 55:AA7), pero sólo en EN aparece el tema de la Evangelización
de la Cultura y las Culturas, ante el drama de nuestro tiempo: la innegable
ruptura ente Evangelio y Cultura (EN 20). En esta labor hay que partir
siempre de la persona humana, en sus relaciones con otras personas y con
Dios (ibidem). Puebla
desarrolla la reflexión sobre cultura de Gaudium et Spes, asimila la
propuesta de EN sobre la evangelización de la cultura y la transforma en
programa pastoral para la iglesia en América Latina: el Evangelio penetrar
los valores y criterios que inspiran nuestras culturas (Puebla 395). Hay
en toda América Latina un sustrato católico (n. 7) de una cultura
impregnada de fe que se manifiesta en las actitudes religiosas del pueblo
(n, 413). La religiosidad popular contiene un acervo de valores que
responden con sabiduría a los grandes interrogantes de la existencia (n,
448), pero hoy está amenazada por la urbanización, el secularismo y los
estructuras de injusticia que se le han impuesto (n. 437). La
importancia que da Puebla a las estructuras socioeconómicas como elemento
de la cultura y objeto de evangelización, constituyen una gran aportación
y un avance al concepto de cultura de GS y a los retos a la evangelización
que señala EN.
3.-
INCULTURACION
Cuando
Puebla señala unos criterios para asumir las culturas, habla de una
encarnación (n. 400), pero no desarrolla el problema de la inculturación
del Evangelio. Más aún, ni siquiera emplea este Vocablo, que ya existía
desde el Sínodo de 1977. Fue Juan Pablo II quien Consagró el término
"inculturación" y determinó su sentido. En
una alocución a unos fieles de Bérgamo, en 1982, sobre cultura cristiana y
evangelización de la cultura, el Papa señala dos ejes fundamentales: un
sano concepto antropológico de cultura y un concepto teológico de
inculturación del Evangelio. Estos
dos conceptos van a guiar todo el Magisterio de Juan Pablo II. Es
a través de la cultura como el Evangelio puede aproximarse al hombre, a
este hombre que es principio, medio y fin de la cultura. Hablando el Papa en
la Universidad de Coimbra, Portugal, decía: "La cultura hace al hombre
y el hombre hace la cultura". Entre
cristianismo y cultura hay un nexo inseparable, orgánico, como siempre lo
ha habido entre religión y cultura, Para aproximarse el Evangelio a la
cultura y a través de ella al hombre, debe el Evangelio conocer el lenguaje
y las categorías mentales de la cultura a la que se acerca, sus formas de
vida, sus valores. Así
podrá integrarlos en el cristianismo y transformarlos paulatinamente, hasta
llegar a una encarnación vital del cristianismo en esa cultura. En esto
consiste la inculturación. Podemos,
pues, hablar de inculturación, cuando la fe se hace cultura, cuando
impregna los distintos espacios culturales de nuestro tiempo" cuando
reencarna los valores del humanismo cristiano ("Discurso al Congreso
sobre Evangelización y ateísmo". Roma, 1980). Cristo
vino a salvar a todo el hombre, en su existencia diaria concreta: por ello
el cristianismo entra en contacto con las Culturas, incorpora sus auténticos
valores y acaba creando cultura: "Una fe que no se hace cultura es una
fe no plenamente acogida, no enteramente pensada, no fielmente vivida"
decía el Papa en Roma, en 1988. En
la inculturación de la fe o evangelización de la cultura hay una dialéctica
que se enmarca dentro del misterio pascual: muerte y resurrección. Se
inicia con un esfuerzo de expresar la fe en las Categorías de esa cultura,
en un intento de encarnación. En el segundo paso el Evangelio somete a
juicio a esa cultura para que se despoje de lo que no es compatible con él. De
este momento de muerte de elementos no asimilables resucita una nueva
cultura original cristiana. Toda cultura es producto del hombre, en
consecuencia, estará marcada por el pecado: también la cultura debe ser
purificada, elevada, perfeccionada (Enciclica Redemptoris Missio 54): Tres
acontecimientos recientes en la vida de la Iglesia han permitido ahondar más
el concepto de evangelización de la cultura o inculturación de la fe, así
como trazar líneas de acción pastoral en ese terreno. En
primer lugar la Encíclica del Papa Juan Pablo II "REDEMPTORIS MISSIO"
del 7 En
segundo lugar la celebración de la IV Conferencia General del Episcopado
Latino Americano (CELAM) en la isla de Santo Domingo, del 12 al 28 de
octubre de 1992 sobre el tema "Nueva Evangelización promoción
humana-cultura-cristiana". En
tercer lugar la Exhortación Apostólica "Ecclesia in Africa" (La
Iglesia que está en Africa) fruto del Sínodo de Obispos para Africa
celebrado del 10 de abril al 8 de mayo de 1994: el documento del Papa está
fechado el 14 de septiembre de 1995. A.- La Encíclica
"Redemptoris Missio" (7 diciembre 1990)
El
Papa Juan Pablo II publica esta Encíclica en las proximidades del tercer
milenio, cuando se hace todavía más urgente la necesidad de llevar el
Evangelio a todos los pueblos ("La misión se halla todavía en sus
comienzos"), pues día a día crece el número de los que no conocen a
Cristo: desde el final del Vaticano II y apenas a los 25 años del Decreto
conciliar "Ad" gentes casi se ha duplicado la muchedumbre de los
que no conocen a Cristo! En
el capítulo V se señalan los Caminos de la Misión: el testimonio de vida
cristiana, el kerygma o anuncio de Cristo crucificado, muerto y resucitado,
la conversión y el bautismo, la formación de comunidades cristianas, la
inculturación o proceso de inserción en las culturas de los pueblos (n.
52-54), el diálogo con otras religiones, la educación de las conciencias
para promover el desarrollo. Todo ese programa deberá estar movido por el
amor. lnculturar
es transformar íntimamente los auténticos valores culturales en valores
cristianos, integrándolos en la misma visión de vida, y a su vez enraizar
el cristianismo en las diversas culturas. Abarca la reflexión y la praxis.
No es un proceso fácil, pues no debe comprometer en ningún modo las
características y la integridad de la vida cristiana. La
Iglesia encarna el Evangelio en las diversas culturas transmitiéndoles sus
propios valores, asumiendo lo que hay de bueno en ellas y renovándolas
desde dentro. La Iglesia se enriquece a sí misma, conoce y expresa aun
mejor el misterio de Cristo y las comunidades evangelizadas podrán expresar
la propia experiencia cristiana en maneras y formas originales, El con su
arte y tradiciones, cuidando de permanecer en sintonía con las exigencias
de la fe. Ello
requiere de períodos de incubación, de cuidado de los Obispos y de las
voces de la Iglesia Universal, que deben hacer oír a expertos de todo el
pueblo cristiano, para la unidad en la fe, pues es sabido que en muchos
aspectos es a través de la reflexión del pueblo cristiano como se alcanza
el genuino sentido de la fe. B.-
La IV Asamblea de Obispos Latinoamericanos se celebró en la isla de Santo
Domingo a partir del 12 de Octubre de 1992, a los 500 años del inicio de la
Evangelización en América. En
el capítulo III de la 2a parte del documento resultante se trató el tema
de la Cultura Cristiana (n 228-286). Allí
se abunda sobre la inculturación (n 230) y la evangelización inculturada
(n. 248).
El
Papa habló de "las proporciones insospechadas" que tiene la
crisis con la desaparición de valores humanos y cristianos. Medio
para atacar ese desafío es la lnculturación del Evangelio, a la luz de los
tres grandes misterios de la salvación: Navidad (Encarnación), Pascua
(sufrimiento redentor) y Pentecostés (acción del Espíritu para entender
en la propia lengua la maravillas de Dios). Inculturar
es encarnar el Evangelio en las diversos culturas, transmitir valores,
reconocer valores de las diversas culturas, purificarlos, evitar
sincretismos, En esa labor participan Pastores y fieles, todo el pueblo de
Dios (n. 2309). Debe
ofrecerse una evangelización inculturada a los hermanos indígenas,
respetando sus formulaciones culturales, aprendiendo su cosmovisión que, de
la globalidad Dios-hombre-mundo hace una unidad que impregna todos las
relaciones humanos, espirituales y trascendentes. Se
debe acoger con aprecio sus símbolos, ritos y expresiones religiosas
compatibles con el genuino sentido de la fe (n, 248). Trato
semejante se debe a los hermanos afroamericanos (n. 249) y a las etnias (n.
252). La
cultura moderna (n. 252-254) y la ciudad exigen una Pastoral nueva (255ss). C.-
Del 10 de abril al 8 de mayo de 1994 se celebró el Sínodo de Obispos para
Africa. Durante cuatro semanas la Iglesia que está en Africa celebró su fe
en Cristo resuscitado. Fue
un evento de esperanza para todo el Continente, no obstante los graves
problemas sociales, económicos y politicos que aquejan al Continente negro.
Causó la sensación de algo nuevo. En
1980 el Papa Juan Pablo II celebró el En la Carta Apostólica "Tertio
millenio adveniente" (n. 38) el Papa anuncia dos Sínodos
continentales: uno para las Américas, tan distintas por su historia y por
su situación social, y otro para Asia, en donde resalta el encuentro del
cristianismo con las más antiguas culturas y religiones locales. Del
Sínodo para Africa brotó la Exhortación Apostólica "Ecciesio in
Africa", del 14 de septiembre de 1995. El
capítulo III lo dedica al tema de la Evangelización y de la inculturación
(n.5571), dentro del tema general de la misión evangelizadora de la Iglesia
que está en Africa, hacia el año 2000. La
Iglesia existe para evangelizar (EN 1 4) y la evangelización tiene por
objeto "transformar desde dentro renovar a la misma humanidad (ibidem 1
8). Para
la evangelización es necesaria la inculturación, es decir, el proceso por
el que la catequesis se encarna en las diferentes culturas (Catechesi
tradendae 53). La inculturación en su doble dimensión, la de transformar
los auténticos valores culturales integrándolos en el cristianismo, y la
de la enraizar el cristianismo en las diversas culturas humanas (Redemptoris
missio 52). La
inculturación es propuesta como una prioridad y una exigencia de la
evangelización, un camino hacia la plena evangelización, el gran desafío
a las puertas del tercer milenio (EA 59). La
inculturación es la penetración del mensaje evangélico en las culturas, a
la manera como la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros
(Juan 1, 14). Todas
las culturas deben ser iluminadas y transformadas a la luz de la Encarnación,
del despojo de sí mismo para poder ser luego exaltado (Juan 12,24.32) en la
resurrección: vendrá luego un Pentecostés gracias a la efusión y acción
del Espíritu que permitirá profesar en la propia lengua la única fe en
Jesucristo y proclamar las maravillas que ha realizado el Señor (EA 61). La
inculturación prepara al hombre para acoger a Jesucristo en la integridad
de su ser personal, cultural, político, económico, santificado por la acción
del Espíritu (EA 62). inculturación
engloba los ámbitos de la vida de la Iglesia: teología, liturgia, vida y
estructura de la Iglesia. En
Africa se hace necesaria la reflexión y el estudio de las Universidades e
Institutos católicos sobre matrimonio, los antepasados, el mundo de los espírtu
(EA64). Un
aspecto importante de la evangelización inculturada es descubrir al hombre
el sentido de la dignidad humana restaurada. Dios devuelve al hombre su
dignidad inalienable de persona y de hijo de Dios mediante la Encarnación
de su Hijo único. El
hombre no puede vivir en condiciones lnfrahumanas de vida. El
Papa Son León Magno exclamaba en Europa en el siglo V: "Cristiano,
toma conciencia de tu dignidad! "(Sermón 21,3). En
el mensaje inculturado de la Encarnación del Hijo de Dios encontramos el
fundamento teológico de la dignidad de la persona humana y de la lucha por
la justicia y la paz social, por la promoción humana y el desarrollo
integral de todos los hombres. Con toda razón dijo el Papa Pablo VI:
"el desarrollo es el nuevo nombre de la paz" (Populorum Progressio
87). Este
ministerio de evangelización en el campo social, que denuncia y combate
todo lo que envilece y destruye al hombre es parte de la inculturación del
Evangelio (E A 7 O). La
Iglesia, en su labor misionera siempre ha ejercido la inculturación. La
puso en práctica San Pablo en el mundo griego y romano. Los
hermanos Cirilo y Metodio, en la Edad Media -siglo IX - llevaron la luz del
Evangelio a los pueblos eslavos y les prepararon los textos litúrgicos en
la lengua y mentalidad eslava (cfr. la Encíclica Slavorum Apostol, del 2 de
junio de 1985). Los
jesuitas apóstoles de China Matteo Ricci y Martino Martini en el siglo XVII
pudieron incorporar ritos chinos y malabares a la liturgia católica. La
inculturación no es una mera adaptación del kerygma o de la liturgia, o
una táctica para hacer atractivo el cristianismo aún a costa de mutilar la
Revelación. La
inculturación es una catequesis paciente y una búsqueda amorosa de
aquellas "semillas del Verbo" que, cuando maduren, producirán
frutos de una civilización del amor. Para
penetrar y hacer fermentar con la levadura del Evangelio los modos de
pensar, de sentir y de actuar de otras culturas, es necesaria e
imprescindible la acción del Espíritu Santo: él es quien anima la
historia y quien la puede
L
I T U R G I A
Por
medio de la liturgia debemos: Expresar
en nuestra vida y manifestar a los demás el Misterio de Cristo y la
naturaleza genuina de la verdadera Iglesia Esta
naturaleza es:
La liturgia
debe: Edificar
para ser:
Por
esto, la liturgia robustece nuestras
fuerzas para predicar a Cristo y presentar así a la Iglesia a los Hijos de
Dios que están dispersos.
El trabajo
apostólico debe tender a:
Características
principales de la Liturgia:
Fomentar:
Que puede ser
adaptado: La
iglesia no pretende imponer una rígida uniformidad en aquello que no afecta
a la fe o al bien de toda la comunidad, ni siquiera en la liturgia; por el
contrario, respeta y promueve el genio y las cualidades de las distintas
razas y pueblos. Examina con simpatía y si puede, conserva integro lo que
en las costumbres de los pueblos encuentra que esté indisolublemente
vinculado a supersticiones y errores, y a veces no acepta en la misma
liturgia, con tal que se armonice con su verdadero y autentico espíritu. El lenguaje:
Anuncia la buena nueva y expresa la oración de la Iglesia. También
debe manifestar, con la verdad de la fe, la grandeza y la santidad de los
misterios celebrados. La música y
el canto:
cuidar los textos que se cantan y las melodías e instrumentos, para que
convengan a la dignidad del templo y contribuyan realmente a la edificación
de los fieles. Los gestos y
actitudes:
Tienen una especial importancia. Algunos pertenecen a los ritos esenciales
de los sacramentos, necesarios para su valides, y deben ser conservados como
han sido aprobados y determinados por la Iglesia. Otros
sirven para expresar al sacerdote que preside y a la asamblea. Se deberán
elegir, en la cultura del País, los gestos y las actitudes corporales que
expresen la situación del hombre ante Dios, dándoles una significación
cristiana, en correspondencia si es posible con los gestos y actitudes de
origen bíblico. Palmas,
balanceos rítmicos, movimientos de danza:
Tales formas de expresión corporal pueden tener lugar en las acciones litúrgicas...
a condición de que sean
siempre la expresión de una verdadera y común oración de adoración, de
alabanza, de ofrenda o de suplica y no un simple espectáculo. El arte ayuda
a los fieles a celebrar y a encontrarse con Dios: Por eso el arte debe tener libertad para
expresarse en las iglesias de todos los pueblos y naciones... siempre que
contribuya a la belleza del espacio y ritos litúrgicos y que sea
significativo en la vida y la tradición del pueblo. Se dará preferencia a
las materias formas y colores familiares en el País Las imágenes
de Cristo, María y los Santos:
En cada cultura los creyentes deben ser ayudados en su oración y en su vida
espiritual por las obras artísticas que intentan expresar el misterio según
el genio del pueblo. Las
expresiones de la piedad popular:
El ordinario debe cuidar su adecuado desarrollo y cuidar, también, que no
suplanten a las celebraciones litúrgicas ni se mezclen con ellas. La
introducción de las prácticas de
devoción en las celebraciones litúrgicas no puede admitirse como una forma
de inculturación porque, por su naturaleza, (la liturgia) está por encima
de ellas. Además,
es importante poner en este trabajo de adaptación toda la prudencia
necesaria para no desconcertar a los fieles con cambios inútiles, con
confusiones o atropellos de cultura minoritarias. LA
INCULTURACIÓN DEL EVANGELIO EN LAS CULTURAS INDÍGENAS
Podemos
enumerar muchos 'signos de muerte' pero todos ellos no nos tienen que llevar
a un pesimismo pastoral. El Evangelio que anunciamos es la semilla de la
Palabra que puede producir el ciento por uno cuando cae en tierra buena. Lo
que sí nos podemos preguntar, a las puertas del Tercer Milenio, es: -en
qué tierra ha caído el anuncio, para que no dé frutos de justicia
y solidaridad? -Será que la fe sólo afecta superficialmente nuestra
vida?... 'porque una fe que no se traduce en cultura, es una fe que no ha
sido plenamente acogida, totalmente pensada y fielmente vivida' (Juan Pablo
II al Pontificio Consejo de Cultura, 20-5-82). Ciertamente tendremos que
hacer un examen de conciencia muy serio, porque en esto somos
todos responsables ya que la 'cultura de muerte' se gesta en el corazón
de cada hombre que se aleja de Dios, así como la 'civilización del amor y
la solidaridad' surge cuando cada cristiano se convierte profundamente a los
valores del Reino de Dios. La
cultura de la que habla Pablo VI no es algo abstracto y desencarnado, por el
contrario, es una realidad que vive en las personas. La siembra del
Evangelio en las culturas es posible gracias a la acogida que da cada
persona a la Palabra de Dios. Juan
Pablo II, prosiguiendo la línea iniciada por la Gaudium et Spes y la
Evangelii Nuntiandi continúa invitando a una auténtica evangelización de
las culturas, es decir a llevar el
Evangelio a la vida de cada pueblo de manera que se logre 'situar el
mensaje evangélico en la base de su pensar; en sus principios fundamentales
de vida, en sus criterios de juicio, en sus normas de acción'... 'y de allí
proyectarse en sus instituciones y en todas sus estructuras' (Cfr. SD 229).
Esta evangelización se manifiesta en 'el proceso de inculturación que es
el centro, medio y objetivo de la nueva evangelización'. Ante
estos desafíos se percibe la importancia que tiene hoy plantear
correctamente la relación entre Evangelio y culturas. No se trata de algo
absolutamente nuevo, pero hoy se hace más patente debido a la 'irrupción'
de las culturas y las etnias (basta pensar en Ruanda, Bosnia, Armenia.
Prepararse para la evangelización en una sociedad pluricultural no es fácil,
pero es esencial al mensaje cristiano el llegar a todos los hombres y
pueblos y encarnarse en sus culturas, con la fecundidad que esto significa,
ya que universalidad no significa uniformidad ni indiferencia en lo
cualitativo.
INCULTURACIÓN
DEL EVANGELIO
El
concepto de cultura
Los
especialistas hablan de que existen más de trescientas definiciones de
cultura. Todos usamos este concepto pero no siempre en el mismo sentido. El
problema es que damos por supuesto que está claro lo que queremos
significar. La imprecisión en este punto influye entonces en lo que se diga
con respecto a la inculturación. En
este sentido, nos puede guiar la perspectiva universal que tiene la nueva
evangelización: sus
destinatarios son todos los hombres y todas las culturas. Situarnos en una
perspectiva universal implica una apertura que procede de la liberación de
ciertos prejuicios:
a)
El etnocentrismo:
es un prejuicio radicado profundamente en el ser humano. Consiste en una
dificultad para percibir vivencialmente (y por tanto valorar) la cultura
ajena. Ocurre que la cultura de los pueblos, es como el aire que se respira,
y por ello es natural que los hombres consideren sus criterios, valores e
interpretaciones, como lo mejor para ellos y para los demás; es decir,
consideran su cultura como 'la' cultura, en sentido universal, como punto de
referencia para juzgar a los demás. El etnocentrismo se agudiza cuando un
pueblo se cierra sobre sí mismo y evita el contacto con otras culturas.
Esto lleva a dividir las culturas en superiores e inferiores; y alimenta la
insolidaridad, la intolerancia y la hostilidad entre los pueblos. Esta
mirada subjetivista y autosuficiente sobre la cultura ajena es uno de los
principales obstáculos para la nueva evangelización y hace imposible un
verdadero diálogo entre los hombres. b)
El elitismo: La
cultura en este planteo sería algo artificial, que algunos poseen y ejercen
y otros no. De allí surge una división injusta entre hombres 'cultos' y
otros que no lo son. Esta actitud es una variante del etnocentrismo y se
basa en una visión muy reductiva del ser humano. Por ello afecta también
pastoralmente ya que lleva a reducir el campo de la evangelización de las
culturas (con el riesgo y la grave responsabilidad de provocar la desaparición
de la cultura de un pueblo). Una sana antropología nos indica que la
cultura es algo propio de la misma condición humana. El hombre es por
naturaleza un ser cultural. c)
El 'culturalismo':
esta actitud considera que las culturas son perfectas en sí, y que
cualquier cambio en ellas, cualquier interacción, aún los que provienen de
la acción misionera, son abusivos. Esta postura parte de una premisa errónea:
d)
El 'folklorismo':
es un acercamiento superficial a las culturas, se queda en los aspectos
llamativos de la misma. Es la actitud promovida por la publicidad y
frecuentemente por los medios. Por
lo general, nadie tiene mayor dificultad en probar 'alimentos típicos' de
un país, o aprender 'danzas exóticas'. El problema surge cuando se vive y
trabaja mano a mano con el otro-cultural. Una aproximación folklórica
(etnológica dicen los especialistas) a las culturas, si bien tiene su valor
en cuanto puede rescatar las expresiones profundas de la conciencia de un
pueblo, si no va acompañado de un compromiso de promoción integral del
hombre, puede enmascarar situaciones de injusticia. Bien podemos promover
fiestas 'tradicionales' campesinas sin solidarizarnos con los problemas
reales que tiene los pobladores del campo. e)
identificar Evangelio con Cultura:
esto llevaría a considerar que algunas culturas son preferenciales para la
evangelización y por lo tanto, más que a evangelizar se tendería a
'civilizar' según los patrones culturales de los misioneros. Es una
variante del etnocentrismo y el elitismo que ya señalamos, pero más sutil
y por supuesto bien intencionada; el evangelizador suele ser inconsciente de
su 'complejo de civilizador'. Como consecuencia de esta identificación, el
concepto de cultura queda reducido y a la vez se limita la eficacia del
anuncio de la buena nueva y puede llevar a estériles enfrentamientos
culturales. Podríamos imaginar esta situación como la del que siembra sin
preocuparse por sacar la semilla de su envase, o la del que ofrece un vaso
de agua y exige que también se coma el vaso. No se puede, en estos casos,
generar inculturación ya que 'el Evangelio, y por consiguiente la
evangelización, no se identifican ciertamente con la cultura y son
independientes con respecto a todas las culturas... Evangelio y evangelización
no son necesariamente incompatibles con ellas, sino capaces de impregnarlas
a todas sin someterse a ninguna' (EN 20). La
palabra Cultura
Para
aproximarse a una concepción de cultura que evite estas reducciones y
prejuicios, es necesario evaluar algunos usos de la palabra cultura: a)
Cuando se dice cultura popular, cultura dominante, cultura juvenil,
etc. se está teniendo en cuenta fundamentalmente la condición social o
histórica del grupo que vive esa cultura (del 'sujeto' colectivo de la
cultura). Esto implica una perspectiva de 'clase' o sector social. Nos
permite discernir diversos campos para la 'inserción' de los agentes de la
evangelización, pero sería inadecuado para plantear un proceso de
inculturación del Evangelio, porque el mismo incide en todas las 'clases' o
'sectores' de un grupo humano y es un proceso que abarca todo el quehacer
del hombre. b)
Muy frecuentemente se escuchan expresiones como 'encuentro con el mundo de
la cultura'; en los periódicos suelen dedicarse algunas páginas a la
'sección cultural'. Este uso de la palabra revela una visión idealista de
la cultura: ser culto equivale a 'tener letras'. La cultura aparece
vinculada a las ideas, las ciencias, las artes. Se trata de un concepto
elitista y etnocéntrico, lleva a una falsa contraposición entre culturas
superiores e inferiores y por tanto inadecuado para plantear la tarea de la
inculturación. No se niega con esto que los intelectuales, artistas, etc.
sean representantes de las culturas: pero ellos lo son en tanto miembros de
un grupo humano que es sujeto de la cultura, e influyen en la medida en que
vibran al compás de la comunidad. Ninguna sociedad entrega sus procesos
culturales en manos de unos pocos; un individuo desarraigado de su grupo
humano no puede tener influencia alguna en la transformación de la cultura. c)
Usamos expresiones como 'cultura de
la solidaridad', 'civilización
del amor'; como también, en sentido negativo: 'cultura de muerte' o 'cultura de masas'. Al utilizar esas
expresiones se hace referencia a un conjunto de valores que son supra-culturales;
es decir comunes a todas las culturas. Así por ejemplo, la solidaridad es
un valor que todo pueblo necesita para la supervivencia; lo mismo podemos
decir de la paz, el amor, la vida, etc. De lo contrario, todo hombre se
vuelve un lobo para su hermano y la convivencia se hace imposible. La
inculturación es un proceso que se da en las culturas particulares, y
gracias al robustecimiento de la identidad y las raíces culturales de cada
pueblo se alcanza a construir la civilización universal. La articulación
de las distintas inculturaciones y la solidaridad entre los pueblos puede
forjar una nueva cultura planetaria. Integridad
Como
nuestro interés se centra en describir el proceso de inculturación en toda
su amplitud, precisamos un concepto que comprenda la integridad del quehacer humano como ser cultural. El concepto
expresado por el Concilio Vaticano II y luego retomado en Puebla se nos
presenta muy adecuado para esclarecer este tema: 'Con
la palabra cultura se indica el modo particular como, en un pueblo,
los hombres cultivan su relación con la naturaleza, entre sí mismos y con
Dios (GS 53) (...) Es el estilo de
vida común que caracteriza a los diversos pueblos; por ello se habla
de pluralidad de culturas' (GS 53; Cfr. EN 20; DP 386). Este
concepto de cultura tiene en cuenta la diversidad de los pueblos y a la vez
abarca la globalidad de la actividad cultural, la 'totalidad de la vida de un pueblo' (DP 387) es decir: sus
condiciones materiales, su organización social y su universo simbólico e
imaginario (cosmovisión).
Estos
tres niveles no son estáticos sino dinámicos, un cambio o una adaptación
de uno de ellos determina una modificación en los otros. En este sentido
las condiciones materiales no son las determinantes únicas de los cambios y
adaptaciones. Al analizar una cultura podemos ver claramente cómo se
refleja la articulación de estos tres niveles y cómo a la vez se genera un
universo de prácticas, interpretaciones, normas de conducta, etc. que
comprenden la globalidad de la vida de un pueblo; por ej. valores, normas,
acciones y relaciones, creencias, leyes, tradiciones e instituciones de la
sociedad, religión, rituales, lengua, canto, danza, fiestas, costumbres
vitales (alimentación, medicina, reproducción) arte, actitudes, etc. Este
complejo conjunto de factores hace que una persona sea individual y, al
mismo tiempo, miembro de una comunidad. La cultura sobrepasa al individuo,
se presenta como algo esencialmente genérico; no es rasgo exclusivo de
aquel o ese individuo sino algo en lo que el individuo participa del
ser-en-común. El individuo no posee toda la cultura sino que participa de
ella. Se adquiere después del nacimiento y gracias a ella se inserta la
persona en el universo humano. Al decir que la cultura es como el aire que
respira un grupo humano, estamos diciendo que es como un segundo medio
ambiente donde se desenvuelve la vida de ese grupo; es decir, es un
ecosistema histórico; un medio ambiente construido históricamente. En este
sentido, todos los pueblos tienen cultura; todas las manifestaciones específicamente
humanas de vida, incluso de los individuos, están culturalmente
determinadas. Por ello este concepto integral es el que mejor sirve cuando
se trata de la inculturación ya que ésta abarca la totalidad de la vida de
un pueblo. Partiendo de esta concepción es claro que una evangelización de
la cultura supone una acción directa para cambiar las estructuras socio-políticas,
económicas y religiosas que generan situaciones de injusticia. El
Evangelio siempre se encuentra inculturado
Juan
Pablo II en la Redemptoris Missio toma la descripción de la inculturación
que ya había elaborado en la Catechesi Tradendae: 'la inculturación
significa una íntima transformación de los auténticos valores culturales,
mediante su integración en el cristianismo y la radicación del
cristianismo en las diversas culturas' (CT 52). En
esta descripción hay un doble movimiento: - De las culturas hacia el cristianismo: sus valores se transforman al
integrarse en el cristianismo, - Del cristianismo hacia las culturas: el Evangelio se radica en las
diversas culturas. Esta relación no puede darse en un simple acto, sino que
supone un camino largo de interrelación. Por eso hablamos de un proceso. La
expresión de Juan Pablo II habla de cristianismo. Pero no tenemos que
pensar que el cristianismo se da químicamente puro. Por el contrario,
siempre viene revestido de un hábito cultural, y esto ocurre desde el mismo
anuncio de Jesús de Nazaret. Las palabras de Jesús de Nazaret fueron
Palabra de Dios expresada en palabras de hombre y dirigida a hombre
concretos que debían entender el
mensaje auténtico que se quería comunicar. Jesús era judío, su
cultura era judía y se dirigía a hombres que le podían entender porque
tenían sus mismas categorías culturales. Los
primeros cristianos eran judíos como Jesús. La postura de Jesús ante la
Ley fue interpretada por sus primeros seguidores, no como un rompimiento
sino como una fidelidad más
profunda, y por tanto creativa, a su tradición religiosa. El
cristianismo siempre viene en moldes culturales, por lo tanto el encuentro
entre cristianismo y culturas es en primer lugar un contacto cultural que se
da a través del encuentro entre personas. El
encuentro de las culturas
Teniendo
en cuenta todo esto, en la acción evangelizadora se encuentran dos mundos,
dos culturas. De este encuentro puede surgir: a)
Un enriquecimiento mutuo b)
Un enfrentamiento que puede llevar a que: -
una cultura elimine a la otra. -
haya una convivencia sin integración. Una
cultura puede eliminar a otra cuando las relaciones entre ellas (o mejor
dicho, entre los pueblos y las personas) no son simétricas, es decir, no se
dan en un plano de igualdad. Es muy común entre las culturas minoritarias
que reciben sólo lo negativo de la cultura dominante, la cual, en clara
postura etnocéntrica, anulará a la otra. Si la acción se ejerce sobre
todos los niveles de la cultura (material, social y simbólico) se produce
una extinción del grupo. Para referirse a esta situación se utiliza el término
'desculturación'.
En
la situación de la convivencia sin integración, la evangelización, es sólo
un 'barniz superficial' y los elementos fundamentales de la cultura de un
pueblo o grupo quedan ajenos al Evangelio. Puede haber prácticas religiosas
cristianas, pero la vida y las costumbres marchan por un camino paralelo.
Muchas veces el Evangelio no impregna las raíces de nuestra cultura; hay
una convivencia pero no una integración armónica. La
situación del enriquecimiento mutuo es la de una auténtica inculturación.
La misma implica un proceso prolongado, claramente descripto en la definición
de inculturación que ofreció el p. Pedro Arrupe en 1978: 'Inculturación
significa:
Se
identifican tres etapas en este proceso: fecundación, asimilación y
transformación. Estas etapas no son separables, sino que en conjunto
constituyen un proceso unitario que envuelve a la vez a la cultura, al
mensaje y al mensajero. Llegar a un enriquecimiento mutuo de las culturas
que se encuentran sólo será posible en la medida en que asumamos el estilo
de Jesús, estilo que no es meramente exterior (es decir una simple
metodología) sino que procede de su ser más profundo: el Verbo de Dios
hecho carne. Fundamentos
teológicos
El
fundamento teológico de la inculturación es el misterio de la encarnación
del Verbo: Como 'la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros (Jn
1,14), así la buena nueva, la Palabra de Jesucristo anunciada a las
naciones, debe penetrar en el ambiente de vida de sus oyentes. La
inculturación es precisamente esta penetración del mensaje evangélico en
las culturas (CT 53). En efecto, la Encarnación del Hijo de Dios, por ser
total y concreta, fue también encarnación en una cultura específica (EA
60). En
la Encarnación del Verbo nos encontramos con un 'admirable intercambio'
donde:
La
inculturación significa solidarizarse, pero nunca identificarse con el otro
y con su cultura. En un proceso de inculturación, hay enriquecimiento
mutuo, porque se respeta la alteridad, es decir, se cuida que el mensaje, el
mensajero y las culturas conserven su identidad y libertad. Supone una
proximidad amistosa pero a la vez crítica ('menos en el pecado') al estilo
de Jesús. La
inculturación abarca, en un prolongado proceso al mensajero y al mensaje y
se va dando a través de una
continua aculturación. La aculturación hace referencia a la dinámica
del encuentro de las culturas, a través del encuentro de las personas,
donde cada una asimila los elementos de la cultura del otro y lo adapta a
sus moldes propios. 'La
meta de la inculturación es la liberación y el camino de la liberación es
la inculturación' (SD 243) porque: 'La encarnación del Verbo no constituye
un momento aislado sino que tiende hacia la Hora de Jesús y el
misterio pascual... Este itinerario... es iluminador para el encuentro de
las culturas con Cristo y su Evangelio... Es
mirando el misterio de la Encarnación y de la Redención como se debe hacer
el discernimiento de los valores y antivalores de las culturas... La
inculturación... asume todos los valores humanos auténticos purificándolos
del pecado y restituyéndolos a su pleno significado'. (EA 61) El
Evangelio viene a iluminar las cegueras de las culturas y a liberar a los
hombres de todo tipo de opresión. Hay una vinculación clara entre
inculturación y liberación integral del hombre. En
la medida en que el Evangelio echa raíces en la cultura a la que llega, la
cultura se enraiza en el Evangelio y la Iglesia. Se va dando progresivamente
la síntesis fe-cultura y la Iglesia como en 'un nuevo Pentecostés...
asumiendo los valores de las diversas culturas, se hace la novia adornada
con sus joyas (Is 61,10)' (EA 61). Criterios y
actitudes para una evangelización inculturada
En
cambio toda inculturación, por tener como meta la liberación, plantea una
ruptura con todo lo que esclavice al hombre.
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