La Familia Promesante 

  

Los Bailes Religiosos en Chile, después de muchos años de trabajo, y en beneficio de todos los integrantes de Sociedades de Baile y de la religiosidad y piedad popular, logró organizarse, educarse y evangelizarse y con ello ganó el respeto y un espacio importante dentro de las festividades y devoción popular de nuestro país.

     

     

FORMANDO UN BAILE RELIGIOSO

      

Los Bailes Religiosos antiguamente se formaban por iniciativa de una persona o miembros de una familia, quienes invitaban a todos sus parientes, amigos y conocidos a formar parte de esta agrupación y estos a su vez llevaban a otros.  Este carácter "familiar" tenía ventajas y desventajas.  La dirección siempre quedaba a cargo del mayor de la familia, o del más dominante y finalmente se convertía en el Baile de "alguien", ya que no era un director, sino un "dueño" quien comandaba al grupo completo.  

   

El resto de los cargos se repartía según disposición patriarcal, sin derecho a discusión.  Es decir, las personas obtenían cargos no por sus condiciones, si no por nivel de parentesco o amistad con del dueño del baile.  

      

Este dueño generalmente, aunque no necesariamente, también era el Caporal o alférez (grado militar), es danzante y el director coreográfico del baile. Es el que enseña, crea y corrige los pasos y mudanzas, y cantos.  Reúne a las personas para practicar y también decide cuales actividades y festividades participará el baile.   

  

Para tomar decisiones, resolver conflictos, e incluso el diseño y colores del vestuario, si no eran definidas por el jefe o dueño, normalmente se reunían algo así como un "consejo de ancianos" que eran los parientes mayores de alguna familia y ellos a puertas cerradas decidían por todos. 

    

Esto generó algunas dificultades internas, pues las decisiones no incluían el voto de los promeseros que generalmente eran la mayoría.  Las familias discutían, y un grupo completo se separaba y formaba otro baile, con la intención de no repetir los errores del baile original, pero caían en el mismo círculo de nepotismo y patriarcado que había marcado al anterior.

   

(Otro tipo de sociedad era en la que una sola persona adinerada o familia, eran dueños y mantenían económicamente todas las necesidades del baile,  como: Financiar el vestuario de todos los danzantes, confección y cuidados del estandarte, movilización y traslado, alimentación, etc.,  y de proveer o rentar un lugar para ensayos.   A cambio, los danzantes pasaban a ser algo así como "empleados" y sólo debían hacer lo que el dueño les indicaba.   En este caso se les llamó "clanes".  Esta práctica ya ha desaparecido, pues derivaron hacia el lado folklórico, que les aporta beneficios económicos). 

    

Los primeros movimientos sindicales nacidos en las Salitreras, pusieron en la mente de los promeseros la necesidad de organizarse más democráticamente, también influyó que en las festividades grandes, como la Virgen del Carmen de La Tirana, se transformaba en un real desorden de bailes todos tocando y bailando al mismo tiempo, o grupos completos acampando rústicamente en los costados del santuario para esperar un turno para venerar a la Virgen. 

  

En el tiempo de las Salitreras el problema del alcoholismo y prostitución era muy grande y como casi todos los Bailes provenían de oficinas salitreras, y algunos efectivamente tenían problemas de alcohol, fueron generalizados, estigmatizados y rechazados por la sociedad y por los católicos de entonces y la actividad fue asociada al bajo mundo y al proletariado.   Por otro lado, esta expresión de la religiosidad popular era tan antigua, y los bailes sentían que la iglesia se apropiaba de las fiestas y les obligaba a rendir devoción cantando canciones con música extranjera y en un idioma que no comprendían (latín) y no les dejaba participar en la Iglesia que ellos mismos habían construido. 

      

      

INTERVENCIÓN DE LA IGLESIA  

    

Ya para 1911, el Vicario y Obispo de Tarapacá, Monseñor José María Caro, conciente de los reclamos de ambas partes, dicta instrucciones para que esta "expresión" sea asimilada (o domesticada) por la Iglesia del Norte, y aunque capellanes, curas y sacerdotes, (mayoritariamente extranjeros) trataron de conocerlos, guiarlos e  "institucionalizarlos" no supieron cómo.  Dos años más tarde, y durante la misma festividad, Monseñor en persona cita a los representantes, caporales, o dueños de la mayoría de los Bailes presentes, y así tratar de comprender y de organizar un poco la Festividad y a estas agrupaciones.  Se debe recordar que en esa época, no tan sólo el desorden y bullicio molestaba a la iglesia, si no que también lo eran el comportamiento licencioso de algunos promeseros, generalmente relacionados con exceso de alcohol, y bajo sus efectos se podía esperar cualquier cosa.  

    

Monseñor Caro dictó la primera pauta de organización, de lo que sería la Festividad  de La Tirana a partir de ese momento, las que fueron publicadas en el semanario La Luz Nº 247 del 22 de Julio de 1917.

  

Entre otras cosas se define que cada grupo deberá escoger sólo un delegado que representará a todo el grupo.  Por primera vez se designa el orden en que los bailes podrán entrar al Templo, se entregan entre los presentes los 10 primeros números, quedando el número uno para el Baile Chinos Danzantes de Cala Cala (Del Carmen).  Los bailes que llegaran después, debían ir quedando del número diez en adelante.   El Baile Chino recibió este número por ser los más antiguos, pero también porque cada año eran los primeros en llegar acampando varios días antes de la celebración.  Desde esta fecha, (aunque tradicionalmente ya era así), el Baile Chino es el encargado de "sacar a la Virgen" en las procesiones.  Antiguamente se decía que:  "si el Baile chino no viene, la Virgen no sale".

  

En esta reunión también se indicó que el caporal del baile que obtuviera el Nº 1, sería el director de todos los bailes.  Desde este día queda prohibido entrar al Templo con máscaras, y si un Baile está cantando en el templo, el que llegue no puede interrumpirlo.  

     

Respecto del alcohol, se indica muy sutilmente que cuando a los promeseros caigan en excesos de este tipo, es mejor que "se repongan sirviéndose un plato de Calapurca y luego duerman, para regresar repuestos con energía para bailar durante muchas horas".    La Calapurca es un guiso muy contundente típico de la cocina Aymara, que se prepara con varios tipos de carne, especialmente de (Alpaca o llamo) y al momento de servir se le coloca una o dos piedras (del tamaño de un huevo) al rojo vivo, que chisporrotean en el plato, se le pone un poquito de cilantro y ají, y se come bien caliente, casi hirviendo.  Se supone que por lo fuerte del sabor de la carne de la Alpaca posee características reanimadoras, capaz de revivir hasta a los muertos.  

   

Actualmente la Calapurca es todo un ritual y se sirve de madrugada a los promeseros y danzantes especialmente en la Fiesta De San Lorenzo.  Esta invitación no frenó el alcoholismo, pero la promesa de bailar por horas convenció a muchos para cambiar de actitud, por lo menos durante la festividad.

   

        

LA PROMESA

 

  

Otro cambio importante nacido en esta reunión, fue re-bautizar a las cofradías, ya que en esos años los Bailes escogían su nombre basándose en el tipo de danza y en el lugar de origen, generalmente el de la Oficina Salitrera de donde venían.  Era así como muchos bailes se llamaban de la misma forma y se diferenciaban anteponiendo la clasificación ordinal que le corresponde, por ejemplo: Primer Baile Chuncho de Cala Cala y Segundo Baile Chuncho de Cala Cala.    Monseñor Caro sugiere que esta denominación se cambie y así cada baile podía escoger un Santo Patrón que los identifique.  Esta idea fue aceptada inmediatamente y es así como el Primer Baile Chuncho de Cala Cala, pasó a ser Chunchos Danzantes de San Gerardo, y el segundo, Chunchos Danzantes de San José. Y así hasta nuestros días, cada agrupación escoge un Santo Patrón que los identifique.  

   

Se ofició varias ceremonias, muy similares a las del Bautizo de los niños, en donde el propio Obispo bautizó a cada baile, lanzando agua bendita e imprimiendo la señal de la cruz sobre sus integrantes,  vestuario, estandarte, instrumentos y todo lo que fuera parte de ese baile. 

  

Este bautizo de los Bailes, de a poco se convirtió en tradición. Cada Baile que se formaba, debía presentarse en el Santuario para que se revisara y aprobara su nombre y fuera bendecido junto a todos sus integrantes.  Esta ceremonia se transformó en La Promesa de un Baile y sus integrantes, sin esta bendición no podía ser reconocido y no podía danzar en el santuario, era sindicado como un "baile moro" (recordando las guerras entre moros y cristianos), y por otra parte, los que toman la promesa  se comenzaron a llamar promeseros o promesantes. 

     

Actualmente los Bailes Religiosos, celebran y renuevan su Promesa una vez al año el mismo día del aniversario de su fundación, y ese día se procede a vestir a los danzantes nuevos o a cambiar vestuario de todo el baile si esa es la intención.  Un baile no puede cambiar sus trajes en cualquier momento.  

  

    

EL BAILE RELIGIOSO ACTUAL

    

   

A partir de ese momento, las sociedades que se fueron formando, lo hicieron siguiendo las pautas dictadas por monseñor.  (También es válido decir, que de no hacerlo, no podrían participar).

   

El caporal director y miembros antiguos de las agrupaciones que siempre asistían a esta y a otras festividades, se convirtieron de a poco en personas muy conocidas y respetadas por todos los bailes, tanto por su antiguedad como por su conocimiento y experiencia en los Bailes y festividades, y por lo mismo fueron los organizadores y asesores de la mayoría de las actividades, y a veces los caporales de los bailes recurrían a ellos en busca de consejo para resolver conflictos o para crear una agrupación nueva, etc.  También decidían sanciones o castigos en forma a veces arbitraria, ya que sus decisiones no siempre eran equilibradas, pero era un grupo muy fuerte y sin su aprobación era muy difícil introducir algún cambio.   Esto sólo para los bailes, ya que en la parte Santuario, Iglesia, sacerdotes, etc. la autoridad imponía sus propias reglas y no necesariamente consideraban la opinión o intenciones de los bailes.

  

También los Bailes que pertenecían a una misma Salitrera o zona, escogieron un dirigente o representante que los identificara a todos, dando así origen a las primeras Asociaciones de Bailes Religiosos.

      

A partir de Julio de 1965, las Bailes Religiosos chilenos avanzan a la modernidad, cuando se crea la primera Federación De Bailes de la Tirana, la que agrupó a los Bailes de Antofagasta, Iquique y Arica para organizar las actividades de dicha festividad.   Esta iniciativa se logró con la ayuda de Monseñor Valle, Obispo de Iquique, el padre Ramiro Avalos, sacerdote de La Tirana y don Humberto Morgado, quien fuera el primer presidente de esta Federación.

   

Desde ese momento, los Bailes comenzaron a ser más democráticos y participativos, tenían directiva distinta a los directores o caporales de baile.  Se confeccionó el primer Reglamento que sería la base para todas las agrupaciones de bailes.  En él se recogieron todas las inquietudes, críticas y sugerencias, de todas las agrupaciones y también de la Iglesia.  Se fijó , con un criterio uniforme para todos, los parámetros de orden, conducta y disciplina y también por primera vez  se dejó establecido las sanciones y castigos destinadas a corregir tanto a los bailes en general como a integrantes en forma individual.  También se dejó establecidas la forma de presentarse en el Santuario, como saludar, cantar y despedirse de la "Chinita", y por otra parte, la Iglesia abre sus puertas en horarios más amplios a los Bailes y por fin permite pequeñas intervenciones dentro de la Eucaristía, como cantos, toques breves de pitos y bombos, etc.

    

Los bailes que se formaron después de toda esta historia, asimilaron y recogieron todos los frutos del esfuerzo y tradición de los bailes antiguos y se acercaron a la iglesia, que gracias a sus antecesores, ahora los instruye, recibe, acoge y guía para formarlos en las enseñanzas de los Evangelios y los prepara para ser agentes evangelizadores, con una constante preparación pastoral y catequesis de todos sus miembros.

     

   

BAILES RELIGIOSOS EN SANTIAGO

  

   

En  los albores de 1970, muchas personas y sus familias emigran del norte de Chile, buscando mejores alternativas de vida, oportunidades de trabajo, etc.  Las políticas de gobierno de esa época propiciaron que muchos se entusiasmaran y dejaran de soñar en la reactivación de las Salitreras y se radicaran en Santiago donde se les ubicó vivienda en los miles de planes habitacionales disponibles.   Muchos de ellos pertenecían a Bailes Religiosos y llevan consigo esta necesidad de expresar su fe a través de la danza.   

  

En apenas dos años ya se había formado lo que sería el comienzo de los Bailes Religiosos en la Capital.  Dentro de las primeras expresiones se cuenta con las Indias Pieles Rojas de Maipú asociado a AMBAR y el Baile Danzante Nº1 Jesús Sacramentado.  Este último reúne hoy a más de 60 danzantes y pertenece a la Asociación San Bernardo, que también es parte de la Federación de Bailes Religiosos María Madre peregrina de La Fe.   

 

A diferencia del anterior, la historia de las Indias Pieles Rojas ha sido marcada por muchos y duros golpes, que sus varios dirigentes por ignorancia o egoísmo, no han sabido valorar y no han prestado importancia al significado y la entrega que durante años un grupo de fieles danzantes, intenta mantener con vida a esta agrupación que está pronta a cumplir 32 años.

     

Actualmente la Comisión Nacional de Santuarios, Devoción y Religiosidad Popular, dirigida por el padre Raúl Feres trabaja en un Catastro Nacional de Bailes Religiosos.  Esta expresión está presente en todo el país, desde la Arica por el Norte hasta Valdivia por el Sur, y por ser tan masiva se hace necesario contabilizar a sus miembros y asignar las herramientas pastorales, y preparar a sacerdotes y asesores para guiar esta devoción popular.   El propio Juan Pablo Segundo se propuso trabajar con esta devoción y el Arzobispado se ha preocupado de generar las pautas de trabajo y orientaciones pastorales necesarias para que la tradición y riqueza de nuestra religiosidad y piedad popular, no se desvanezca ni se deje manipular por intereses egoístas cayendo en lo pagano o en lo trivial, que los alejan del camino de servir como entes evangelizadores como María.

     

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Bailes Religiosos Santiago - Chile